jueves, 2 de agosto de 2012

Naufragio de 1949 junto a Punta Almina (Ceuta, España)


INFORMANTE: Tomasa García Sánchez y Rafael Alonso Sánchez (Ceuta)
RECOGIDO POR: Juan Ignacio Pérez, Asociación LitOral (Literatura Oral)

Tomasa: En el año cuarenta y nueve (siglo XX), el doce de diciembre, dos barcos pesqueros que venían de Tarifa, el San Carlos y el San Pedro, y uno de aquí que le decían El lobo, se hundieron cerca de Punta Almina, por el cementerio.
Fue por un temporal, una noche de viento que se metió. Y por la mañana amaneció raso y tranquilo que parecía un plato.
Se ahogaron todos. Por lo menos de Tarifa no se salvó ni uno. Ahí mismo fue, en unos islotes que había ahí.
Rafael: Unas piedras de mármol que hay allí con unos filos que cortan…
Tomasa: Nosotros hemos sido gente de mar. Cuando no se ganaba nada en la mar, no había qué comer. Mi madre nos decía que no volviéramos a la casa a mediodía, que nos quedáramos en la escuela hasta las seis de la tarde porque a esa hora daban un jarrillo de lata con malta para merendar. Así se ahorraba la comida.
Rafael: La mar daba poco, pero cuando venía el tiempo de las melvas, la gente de tierra (los albañiles y demás) se embarcaba en las traíñas.
Tomasa: Había rachillas malas y buenas, como la temporada de la melva. Porque con luna (llena) no se pescaba porque el pescado no acudía.
Rafael: Cuando había luna, alumbraba toda la mar y los pescados salían por todos lados. Ahora, cuando estaba oscuro se juntaban y con las luces de las barcas enfocábamos a un sitio y ahí acudían.
Tomasa: Mi padre era lucero. Eran unos botes con unas luces que alumbraban el pescado.
Rafael: El pescado se juntaba y se cogía. Pero antes había más pescado que ahora. Yo me he tirado un mes entero yendo todos los días a Algeciras a descargar pescado.
Tomasa: Llegaban todos los días cien cajas de sardina, pero los pescadores de aquí se han perdido ya.
Carlos Cordero (yerno): Cuando eran novios, él salía con su paterita y le decía a ella:
-Espérame en la playa.
Y se montaban en la barquita, él iba pescando y ella, haciendo su punto en la misma barca. Y ese era su paseo.
Tomasa: No era de novios, era de recién casados, que lo que ganaba eran quince pesetas.
Muchas veces me decía:
-Me voy a ir a pescar. Y cuando sea la hora tal, tú te arrimas allí, por El Chorrillo.
Carlos: Incluso, antes de salir le decía:
-Prepara los avíos que te voy a traer un rascacio.
Él sabía lo que iba a traer, cogía el pescado que él quería.
Tomasa: Yo encendía el anafe, que tenía tres patas, y guardaba el calor. Con una lata misma se hacía la comida.
 * * *

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